San Diego, en el distrito de Puente de Vallecas, es un barrio fronterizo, que limita al oeste con la autopista y en el sur con las traviesas del tren. El mismo tren que los vecinos no pueden tomar si no es en Entrevías o Atocha. En medio, no hay paradas.
Esta es la crítica que hacen algunos vecinos y reclaman la construcción de un apeadero en San Diego, que estaría emplazado en la bifurcación de las traviesas, a la altura de un paso peatonal, que puede abaratar el proyecto. Los costes más relevantes recaerían entonces sobre la cimentación del andén y la construcción de escaleras mecánicas y ascensores.
Tomando la referencia de otras operaciones similares en la red de cercanías, como la parada de Can Foradí (Palma de Mallorca), los vecinos estiman un presupuesto de dos millones de euros y recuerdan que la terminal de Mirasierra, inaugurada hace dos años, costó tres veces más. Cuenta con un aparcamiento, varios edificios y conexión con el Metro. Esto sería algo más humilde, pero suficiente para revitalizar la zona.
Los vecinos han logrado que en la Junta de Distrito se apruebe por unanimidad una resolución para instar al Ministerio de Fomento -responsable de Adif- a estudiar la construcción del apeadero. Y ahora quieren elevar esa petición a la Asamblea de Madrid. «El aislamiento ha sido decisivo en la vulnerabilidad del barrio. Necesitamos estar mejor conectados con el resto de la ciudad», asegura Iñaki Olazábal, miembro de la plataforma vecinal. «Una nueva parada, además, ayudaría a descongestionar Entrevías, todo un hervidero matutino».
Además, Olazábal asegura que las conexiones internas del barrio están cada vez peor. San Diego es un área de 44.21 hectáreas por donde circula una sola línea de autocar. «Las calles son muy estrechas, aquí nunca hubo un Plan General como en otros barrios del sur. El trazado de hoy es casi el mismo que el de hace un siglo. Llevamos tiempo reclamando minubuses, como los que recorren el distrito centro. El comercio ha ido cerrando. Una década atrás, la calle Monte Igueldo fue una arteria que vertebraba Vallecas. Ahora está repleta de locales con el cierre echado. Y cuando cae el sol parece una calle fantasma», relata el activista.
En definitiva, para Orazábal y su Plataforma vecinal, un apeadero para San Diego, revitalizaría el barrio, descongestionaría las vías y daría una mayor calidad de vida a los vallecanos.